Especies de espacios 7
El
dualismo de los espacios y su representación en el cine
Por Albert Folk
Es alumno del primer curso del Máster de Crítica, Análisis cinematográfico y Teoría del cine de Estudiodecine.
Tal y como señaló Walter Benjamin en su citadísimo texto La obra de arte en la época de la reproductibilidad
técnica, la consecuencia fundamental que se deribaba de la aparición de
nuevas formas de arte que podían, mediante procedimientos técnicos, ser
reproducidas masivamente era la pérdida del aura, lo que definía como “la
manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que pueda estar)”[1]; es decir,
aquello que la obra tiene de único, una unicidad que manifiesta su diferencia
respecto a nosotros y el resto del universo, de un modo que resulta imposible
cuando la obra se puede reproducir, en teoría, ad infinitum.
El cine, por supuesto, se engloba dentro de estas artes y, era, para
Benjamin, el perfecto ejemplo de cómo el aura se disolvía completamente, ya que
el espectador no tenía una relación con la obra como objeto único, sino que se
relacionaba directamente con su contenido de una forma colectiva.
Sin embargo, forzando un poco el concepto benjaminiano de aura, podría
decirse que ese contenido sí que puede mantener una cierta aura (una concepción
débil de aura, si se quiere), y que
ésta se manifiesta cuando los espectadores reconocen algún elemento concreto
dentro de esa imagen. Por ejemplo: una cara conocida. Este sería el efecto
sobre el que se basa el star-system. Y lo mismo ocurre con los espacios. Una
vez un espacio se vuelve reconocible y, en mayor grado si se trata de un
espacio asociado a acontecimientos históricos de especial trascendencia y/o
importancia, ese espacio adquiere para sí un aura que procede, no únicamente de
la capacidad del espectador de reconocer el espacio, si no de todos aquellos
hechos que el espectador sabe que ocurrieron allí.
[1] Walter Benjamin, “La obra
del arte en la época de la reproductibilidad técnica” en Discursos interrumpidos I, técnica, Madrid, Taurus